Ya sé que los fines de semana te vas. Lo sé. Pero ¿que no aparezcas el lunes? Mal. Muy mal. No, no estoy triste porque no estés conmigo ahora; estoy desilusionada, desesperanzada, frustrada por no tenerte aquí, a mi lado, que es donde deberías estar.
Te espero, pero las manecillas del reloj no avanzan y tú sigues sin aparecer. Hay algo en mí que todavía piensa que hablaré contigo de un momento a otro, y que todo esto se me pasará en un soplo de aire; pero en el fondo sé que no va a ser así y que pasaré otro puñetero día sin ti.
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